El precio de la vivienda es el estipulado como alquiler mensual en el contrato de alquiler. A esto hay que añadir los costes adicionales, así como los gastos derivados de la electricidad, el gas, la línea telefónica, la conexión a Internet o la televisión por cable.
En los costes adicionales se incluyen también la calefacción, el agua, el trabajo del conserje, el mantenimiento del jardín, las aguas residuales y la basura, entre otros. El contrato de alquiler debe advertir siempre de estos costes adicionales y delimitarlos con exactitud. De lo contrario, no serán admisibles. Los costes adicionales se dividen de manera proporcional entre los inquilinos. También existen costes adicionales que no se pueden cobrar a los arrendatarios.
Normalmente, usted pagará una parte de los costes adicionales de manera mensual junto con el pago del alquiler de la vivienda. A estos se les llama pagos a cuenta. Después, al menos una vez al año recibirá una liquidación final. Si la cuantía de los pagos a cuenta es menor que la cuantía de la liquidación final, deberá abonar la diferencia. Si, por el contrario, los costes son menores, se le devolverá la cantidad que haya pagado de más. Controle detalladamente la liquidación final, ¡puede merecer la pena!