Lo más importante es su interés por la escuela y lo que su hijo aprenda. Pregunte tan a menudo como pueda a su hijo o su hija: «¿Qué tal te ha ido hoy en la guardería/el colegio?» O: «¿Qué habéis hecho?» Tómese tiempo para escuchar. Alégrese con su hijo cuando algo le salga bien y anímelo cuando algo le resulte aún difícil.
Procure que, tras la escuela, su hijo haga sus deberes de forma regular (en el mismo sitio y a la misma hora) y tranquila (sin radio ni televisión).
Encárguese de que se vaya a la cama a su hora para que por la mañana esté descansado. Asegúrese de que coma algo por la mañana y de que se lleve un tentempié sano al colegio. Los niños que ven demasiada televisión o pasan demasiadas horas jugando al ordenador pueden tener problemas de concentración. Por ello, deberá establecer una serie de límites por el bien de su hijo.
El mundo escolar y el familiar pueden ser muy distintos. A veces, para los niños puede resultar difícil conciliar las reglas y valores de ambos mundos. Por este motivo es importante que los padres y cuidadores del niño en cuestión mantengan el contacto y colaboren entre sí. Si la colaboración entre los adultos funciona bien, el niño podrá concentrarse mejor en la escuela y en el aprendizaje.